En un mundo de datos, pantallas y entornos híbridos tomamos con cierta naturalidad aprender a hacer cosas, ya sea leyendo un artículo, mirando un video o consultando a alguien que se especializa a través de alguna red social. Esto que solemos hacer cotidianamente y que refiere a un modelo de aprendizaje abierto, era impensable hace 15 años.
Esta tendencia al “aprenda usted mismo” va de la mano del “DIY” – bricolaje – que irrumpió en las pantallas a fines de los años 90. En la actualidad aplica a todo tipo de entorno y contenidos. Claro que el aprender en entornos informales sería casi inviable si no existieran los múltiples recursos que ofrecen las redes sociales, dado que pone al alcance de cualquier persona con una conexión de internet, la alternativa de conocer cómo hacer casi cualquier cosa. Todo esto se ha potenciado con el auge de la virtualidad producto de la pandemia del COVID-19.
Ahora bien, en las organizaciones esta tendencia también ha calado profundo y son muchas las personas que potencian su carrera a partir de lo aprendido en el entorno informal o bien bajo esquemas de aprendizaje “a demanda”, sostenidos por plataformas de aprendizaje donde la empresa cura contenidos disponibles en la red y genera también sus propios itinerarios de formación. De esta forma se gana competitividad en el puesto de trabajo a partir de la aplicación de los contenidos aprendidos en entornos no tradicionales.
Sin embargo, lo aprendido por estos medios puede perder fuerza en los procesos de reclutamiento y selección donde aparecen con más fuerza los requerimientos de certificaciones formales, que generan una exigencia adicional de un título de base.
El mercado de la formación se ha diversificado de tal forma que hoy podemos encontrar programas en el entorno de la enseñanza superior y universitaria que dan respuesta casi a cualquier tipo de puesto de trabajo. Dejando de lado la discusión acerca de la banalización de la enseñanza universitaria para otro momento– originalmente destinada a la producción de nuevos conocimientos -, aparece la ilusión que el hecho de seguir una carrera universitaria con un título determinado da el acceso directo al puesto soñado.
Lejos que esto suceda, la certificación de un título no sólo no asegura la inserción inmediata en una organización, sino que muchas veces, integra un corpus de conocimientos y contenidos que se alejan de la realidad concreta en las cuáles se debe desempeñar el/la profesional que egresa.
Entonces… aparece la disyuntiva, ¿acaso es que la formación certificada pierde fuerza por sobre la educación informal? Desde nuestra perspectiva consideramos fundamental la formación profesional acorde al puesto. Sin embargo, también creemos que la educación informal hoy brinda herramientas, conocimientos y habilidades que son rápidamente transferibles a la realidad laboral de cualquier persona.
Entonces, el desafío es repensar los entornos de aprendizajes, la adquisición de habilidades y conocimientos para el mejor desempeño en los puestos de trabajo.
Quizá tengamos que pensar en estrategias mixtas que propicien la formación profesional de base y una cuota interesante de entornos informales de aprendizaje donde se puedan “ensayar” modelos que permitan mejorar la performance de las personas.
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